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La alta costura sigue viva

Las grandes firmas de alta costura vuelven a demostrar su vigencia en París.
jueves, 24 de julio de 2014
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Vestidos de noche con una única pernera, americanas ajustadas a corsés, amplios volúmenes, estampados de fauna urbana con palomas, ratas o ardillas, abrigos clásicos y largos de principios de siglo y pantalones de fuertes colores, todo cabe en el imaginario de la alta costura que se ha visto en París.

DESTACADOS:.

-- Las grandes firmas de alta costura vuelven a demostrar su vigencia en París.

-- Con una colección impecable Karl Lagerfeld fue uno de los protagonistas de la cita parisina.

-- El regreso de la firma Azzaro, uno de los desfiles más esperados.

La gran revolución que sufrió la moda a nivel internacional en la década de los cincuenta estuvo protagonizada por la llegada del "prêt a porter", que supuso un periodo de democratización a nivel social.

Las prendas comenzaron a fabricarse en serie, con patrones que se repetían y que llegaban a un público mucho más amplio. La alta costura fue desplazada por esta nueva forma de creación, "listo para llevar", a la que se sumaron grandes nombres de la costura.

Desde entonces han pasado muchos años en los que la alta costura ha sufrido diferentes vaivenes, pero siempre ha estado ahí. Esta presencia es cada vez más importante, como se ha podido apreciar en la Semana de la Alta Costura de París.

Que Karl Lagerfeld en su desfile para Chanel Alta Costura saque una novia embarazada, la modelo neozelandesa Ashleigh Good, o que Jean Paul Gaultier opte por una novia vestida de negro y con barba, la de la cantante austríaca ganadora de Eurovisión Conchita Wurst, son meras anécdotas en unos desfiles en los que los destacados diseñadores del panorama internacional han trabajado duramente.

Y este trabajo ha dado sus resultados, como es el caso de Karl Lagerfeld, que ha creado para la temporada otoño-invierno una colección impecable tanto en su diseño como en su ejecución.

Sus propuestas van dirigidas a unas prendas barrocas, con ricos bordados y telas pesadas, pero a la vez ligeras, en pantalones bermuda de "tweed", que el diseñador describe como "shorts" ciclistas reinterpretados, bajo faldas a juego, chaquetas sin costuras laterales y vestidos armados con detalles de pedrería.

Eso si, todos estos "looks" hay que llevarlos con sandalias planas.

Al contrario de lo que ocurre con el "prêt a porter", en la alta costura no existen tendencias claras cada temporada, ya que cada diseñador marca la impronta de su firma.

Así ocurre con la colección de alta costura imaginada por Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli para la emblemática firma italiana Valentino.

En medio de un frondoso decorado, acorde con los motivos vegetales de sus modelos, apostaron por líneas recubiertas de estilizados ornamentos naturales.

Las esquemáticas espigas y flores de largos tallos, resaltadas como si se tratara de siluetas, guiaron la mirada sobre el blanco de faldas y vestidos de cortes depurados.

Las siluetas griegas oscilaron entre fluidos vestidos recogidos en el hombro. Tiras de cuero envolvieron bustos y finas cinturas mientras que los filamentos de las sencillas sandalias planas escalaban por la pierna hasta la rodilla.

Valentino recubrió prendas enteras con plumas, construyó abrigos de corte impecable, remató en flecos una falda cortada en tablas y forzó los drapeados.

Enormes lámparas que se encendían y apagaban al ritmo de la música marcaron el desfile en el que Elie Saab mostró una colección en diluidos azules, platas, rosas o "nude", además de blanco y negro.

La pedrería y las perlas de los vestidos sonaban a cada paso de las modelos y los escotes en "V" dejaron al descubierto alternativamente el frente o la espalda.

Los vuelos sólidos del tul de los vestidos de cóctel contrastaron con las fluidas muselinas de los diseños de noche, en un recital que se apoyó en los arabescos vegetales y las líneas horizontales de seda y lentejuelas.

TURBADORES SALONES.

El modisto francés Franck Sorbier recreó un turbador salón de velas, alfombras, lámparas de araña y piano de cola, por el que se pasearon prendas inspiradas en poetas como Arthur Rimbaud, Paul Verlaine o Paul Valéry.

Diseños en frambuesa, berenjena, ladrillo, violeta o ciruela, con fruncidos y volantes que evocaron el siglo XIX o la moda "gipsy".

Por su parte, Maison Martin Margiela despertó al mundo de la moda con una Alta Costura que rescata diferentes objetos y tejidos con solera para darles una nueva vida en esta exclusiva sección del lujo.

Tejidos de seda con brocados, comprados en subastas y que llegan a remontarse a 1750, para faldas y vestidos con monedas encontradas en el fondo de los cajones y en los rastros de París y Bruselas.

Sólo tres colores bastaron a Giorgio Armani para construir una colección volcada en los volúmenes esféricos. Rojo, negro y blanco compusieron la exclusiva paleta que la firma italiana contrastó en bloque, en fusión, en superposición o en degradado.

Sobriedad de trajes de chaqueta y pantalón en blanco o negro, con incursiones en lugares escondidos y estratégicos de la única tonalidad roja de Armani.

Relieves de piqué, plumas en origami, lazos decorados con "strass", flecos de organza o de charol, volantes de tul y minúsculas lentejuelas o la pedrería, en los tonos elegidos para una colección en la que Armani ha jugado con los lunares, como en un abrigo de "mikado" de seda.

Los tres colores estrella de Armani también llevaron la voz cantante en la colección del francés Stéphane Rolland, que se inspiró en Japón y en la ropa deportiva.

La alfombra roja, icono de la cultura de la imagen de la sociedad occidental y escaparate de algunos de los diseños más cotizados de la moda, se convirtió en vestido de alta costura en París bajo la aguja de la firma Viktor & Rolf.

EL TOQUE LATINOAMERICANO.

El dominio textil de las comunidades amerindias asimilado por el mexicano Antonio Ortega y los detalles de naturaleza del diseñador originario de Perú Alexandre Delima imprimieron un toque latinoamericano a unos desfiles cuyo formato rompió Stéphane Rolland.

Este diseñador optó por invitar a sus seguidores al estreno de un corto protagonizado por la modelo española Nieves Álvarez.

Los que querían tocar los trajes podían hacerlo ya que estaban expuestos sobre maniquíes.

La firma Schiaparelli ha reforzado su presencia en la cita parisina con la segunda colección de Marco Zanini, en la que el creador actualiza los códigos soñadores de la célebre diseñadora de los años veinte y treinta del siglo XX.

Con el rico universo de Schiaparelli como motor de inspiración, el modisto italiano configuró una colección que remodeló la magia del circo y el exotismo selvático.

Si Elsa Schiaparelli se atrevió a incorporar insectos a sus diseños, Zanini osó llevar a la pasarela estampados de fauna urbana, como las palomas de Notre Dame, o las ratas y ardillas neoyorquinas.

Las enormes mangas dibujaron una silueta de gorila, en una colección que apostó por las plumas finas de avestruz para rememorar la piel de mono que la fundadora utilizaba en su época.

Versace fue el encargado de inaugurar una intensa y exquisita semana con asimetrías deconstruidas. Combinó el armario femenino con el masculino al convertir un traje de chaqueta en un mono con medio escote palabra de honor, al ajustar la americana con un corsé y al confeccionar un vestido de noche con una única pernera.

Los vuelos de descontrolado volumen de las faldas definieron los modelos de gala de una colección basada en las asimetrías, las superposiciones y los juegos de impredecibles aperturas.

MILA TRENAS.

EFE-REPORTAJES.

 

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