Rogelio Rodríguez Mendoza
Confidencial
La razón es sólo una: que las diferentes corrientes o “tribus” perredistas ya no están dispuestas a dejar que el grupo de Izquierda Democrática Nacional (IDN), siga manejando al partido como un negocio privado, donde la mayor rentabilidad proviene de los casi 500 mil pesos mensuales que recibe de prerrogativas estatales y federales, y sobre todo, de la venta de favores políticos a alcaldes y funcionarios estatales.
Porque ese es el negociazo de encabezar un partido de los llamados de izquierda: las jugosas prerrogativas mensuales y los dividendos que deja el roce con el poder público y el político.
Por ello, los grupos contrarios a IDN van a buscar impedir que Ortega Maldonado imponga como su sucesor al tampiqueño Alberto Sánchez Nery, o en el último de los casos al ex diputado local, Juan Manuel Rodríguez Nieto.
Los perredistas que no pertenecen a IDN saben que permitir la llegada a la dirigencia de cualquiera de los dos personajes, será tanto como dejarles el “pastel” otros tres años para ellos solos.
Los disidentes argumentan que su lucha obedece a la intención de rescatar al partido del atraso en que lo ha sumido su actual dirigencia encabezada por Ortega Maldonado, pero la realidad es de que el verdadero motivo del pleito es por el poder económico y político.
Los grupos no están peleando por el PRD en sí.
Ellos no buscan que el partido sea un verdadero defensor de los más débiles frente a los excesos del Gobierno. El partido como tal es lo último que les interesa.
No. Lo que ellos quieren es su parte del “pastel”.
Por esa y otras causas cada vez son más los ciudadanos que confían menos en los políticos en general.
Hasta hace algunos años los partidos de izquierda, como el PRD, tenían cierta simpatía de un amplio sector social porque los veían como defensores o protectores frente al poder público, pero hoy en día esos partidos viven en el descrédito absoluto.
El PRD tamaulipeco es el mejor referente de ello.
EL RESTO.
Por cierto, no deja de llamar la atención la riqueza de que son dueños muchos políticos, incluidos aquellos llamados de izquierda.
Por ejemplo, en el PRD tamaulipeco no hay ex dirigente pobre.
Todos son dueños de ranchos, empresas y mansiones, pero además llevan un nivel de vida de magnates.
¿Usted dónde cree que está la explicación?
ASI ANDAN LAS COSAS.
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