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“El Mayo” y el Papa

jueves, 26 de febrero de 2015
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EL UNIVERSAL

A un año de la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el cártel de Sinaloa sigue siendo una poderosa organización delictiva con presencia en casi todo el país y operaciones en naciones de Europa, Asia y América del Sur, de acuerdo con informes oficiales de los servicios de inteligencia.


Lejos de desaparecer o debilitarse, la banda criminal se reestructuró y el líder máximo sigue siendo Ismael El Mayo Zambada, quien se cree se hizo del control mientras Guzmán Loera estuvo preso y ya no lo soltó durante los catorce años que “El Chapo” estuvo prófugo de la justicia, después de que escapara del penal de Puente Grande, Jalisco, el 18 de enero de 2001.


Los referidos informes aseguran que “El Mayo” dispone de ocho grupos de sicarios en todo el país para mantener el mando del cártel de Sinaloa.

Algunos de ellos tienen base en Durango (Los Cabrera), Chihuahua (Los mexicles), Coahuila (Los artistas asesinos), Guerrero (La Barredora), Baja California (el grupo de El Aquilea) y Baja California Sur (los sicarios de El Tigre).


En la estructura de mando de la organización criminal participan hijos de El Chapo Guzmán y familiares de Juan José Esparragoza Moreno El Azul.

De la muerte de este último no hay una confirmación oficial pero tampoco está desestimada, ya que al menos tres de sus hijos dirigen operaciones de la organización criminal.


Otro de los capos del cártel de Sinaloa es, de acuerdo con el reporte, Dámaso López Núñez alias El Lic., ex funcionario del sistema carcelario federal al que se culpa de apoyar la fuga de Guzmán Loera del penal de Puente Grande.

Este último, se asegura, disputa a El Mayo el control del cártel, al igual que Isidro Meza Flores alias El Chapo Isidro, quien desde hace dos años cobró relevancia en el trasiego de drogas y ha dado apoyo armado a la organización de los hermanos Beltrán Leyva.


Este es un ejemplo, oficialmente reconocido por los servicios de inteligencia, de que las organizaciones del narcotráfico se recomponen pese a los embates del gobierno y que acaso más atomizadas, pero con un negocio que no deja de ser boyante, intensifican su violencia en la disputa de los mercados de la producción, la distribución y el lavado del dinero sucio.


Esa violencia y el creciente control que ejercen en municipios y estados mediante su poder corruptor, es el que produce los horrores que hemos vividos durante los últimos años y a los que se refirió el papa Francisco en una carta privada que envió a un legislador argentino, amigo suyo, y cuyo contenido se dio a conocer el lunes pasado.


El jefe de la Iglesia católica y del Estado Vaticano sabe de lo que habla. Tiene información de primera mano de los obispos mexicanos. Su alarma, seguramente, lo llevó a decir en la misiva que era preciso evitar que el narcotráfico “mexicanizara” a la Argentina, su país.


Por venir de quien viene, el comentario incomodó, por decir lo menos, al gobierno de Peña Nieto. El envío de una nota diplomática, como se hizo, era más que suficiente, tratándose de una comunicación privada cuyo destinatario hizo pública.

Pero cayó en una sobrerreacción al mandar decir al canciller José Antonio Meade que no se valía “estigmatizar” al país.


Estigmatizar es infamar o afrentar. ¿Lo hizo el Papa con los mexicanos? No nos infamó, solo aceptó una realidad incontrovertible y asentó una preocupación por su país y por el nuestro.

Y este no es un tema de fe, de creencias religiosas o de la obediencia que deben a su líder espiritual quienes profesan el catolicismo.
México, su sociedad y sus estructuras de Estado están penetrados por el narcotráfico y la violencia que de él se deriva.

Cuando Colombia lo estuvo se le llamó “colombianización”. Ahora que nuestro país lo está, cabe el de “mexicanización”.


Argumentar que no se toman en cuenta los esfuerzos realizados para combatir al narcotráfico (obligación, ninguna gracia) es como tratar de tapar el sol con un dedo, es como querer conjurar un problema por el simple hecho de decir que se le atiende.


Aunque mucho se haya hecho, poco se ha obtenido. Narco y violencia siguen. Y ahí están El Mayo y su organización para corroborarlo, y el Papa Francisco y su comentario para advertirlo.

Me parece que no fue mala fe. (rrdrodriguezangular@hotmail.com , @RaulRodriguezC ,(raulrodriguezcortes.com.mx )


EL UNIVERSAL

 

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Raúl Rodríguez Cortés

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