REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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El espíritu santo es gozo, luz y amor

…”Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo Yo os he dicho”... (Jn 14, 26)
domingo, 24 de mayo de 2015
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El evangelista San Juan, expone la sublime y excelsa definición de Dios, por el que Jesús nos adoctrina al enseñar;…”El que no ama, no ha aprendido a conocer a Dios, porque Dios es amor”…El amor a Dios es convertir en obra la virtud teologal de la caridad, que ha infundido en cada alma, tanto la virtud de la caridad como la gracia santificante, pues ambas son inseparables.

Las virtudes teologales fe, esperanza y caridad, tienen en su obrar a Dios por único y directo punto de inspiración, quien las conserva, será participe de la naturaleza divina.

La virtud y la gracia son esenciales para el bien del alma, como lo es el respirar para todo ser viviente, permaneciendo en ella vigorizaran sus actos y se consolidan, pero pueden perderse a consecuencia de un solo pecado que vaya contra la caridad, ya que por el mismo hecho se perderá también la gracia, mas para que el fiel cristiano se conserve en el Señor, habrá de impulsar su alma y corazón en avivar siempre su amor con pureza de corazón, como enseña Jesús en su primer Mandamiento;…”Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu”…No se detiene el Señor en su mandamiento, que por si solo encierra todas las aspiraciones espirituales y de salvación eterna al que pueden pretender las almas para hacer suya la gloria eterna, sino que la complementa, al revelar su amor la obra de misericordia: la caridad;…”El segundo le es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”…He aquí el momento en que el Señor nos manifiesta el amor que vive en Él por nosotros, es el que desea hacia Él y espera lo obren las almas.

La realidad que vivimos en este siglo, esta en que la humanidad no quiere escuchar la palabra de amor que Cristo predico a su paso por el mundo, se resiste aceptarlo, a tal grado es la preocupación de Jesús, que en su agonía ruega a Dios su Padre;…”Señor perdónales porque no saben lo que hacen”…Jesús, Hijo de Dios, suplica el perdón para el miserable pecador, que molesto enciende la ira en su corazón, contra el corazón de Jesús, no para escucharlo, sino para rechazarlo, a pesar de eso y mas, Jesús ha dado muestra del amor que por esas y todas las almas profesa y ha escuchado a través de todos los siglos y continuará escuchando en vida y hasta el fin de los siglos, el mundo ignora la enseñanza de su Maestro, sabe que al hacerlo cambiaria su vida placentera.

Refleja la inconcebible intención, que en su adentros dice: que la enseñanza de Jesús se la lleve el viento; mas a la palabra de Dios nadie la puede esquivar, es inamovible, penetra la dureza del corazón y endulza la amargura por eso dijo;…”El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras mías no pasarán ciertamente”… La actitud del mundo, es hacerse sorda cuando se le pide obre por el bien de su alma, escuche su conciencia y desmigaje en todos los sentidos la orientación de San Pablo;…”La caridad de Dios es la virtud suprema”…
El amor a Dios se muestra honrándolo y sirviendo siempre y en todo momento, Jesús por este obrar, corresponde con mas al fiel cristiano, porque esta atento a conceder los bienes necesarios de salvación; pues el amor a Dios, es evitar que se pierda, y en el cristiano disponerse con empeño hacer el bien por amor a Dios, actitud que el Señor retribuye al ciento por uno; el amor a Dios engrandece y glorifica el alma al Señor, por la humildad, modestia y sumisión, reconocer nuestras miserias y las asperezas adheridas a el alma, desprenderá de ella la negrura que oscurece la luz del corazón a su mandamiento: …”Amarás a Dios”… La pureza del alma se convierte en constante impulso, que asciende a las alturas como el incienso del altar; el acto de Amor a Dios, es vencer, luchar, dominar y someter las debilidades, tentaciones y todo aquello que la conciencia a cada instante mueve al pecador a reconocer, que todo acto malo es causa de dolor por haber ofendido al Señor, el alma intranquila afirma amar a Dios, no en palabra, sino reconociendo su error buscar camino al Señor, rogando el perdón prometido en la Cruz.


Movido por su fe, el cristiano, se dispone a sumarse al coro de las ángeles, de los santos, de los arrepentidos, de los justos, arrodillado e inclinando su rostro, ore y glorifique al Señor, reconociendo su divinidad de Hijo de Dios, la devoción motiva a su corazón y este lleva a sus labios la eminente oración;…” ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! Es el Señor Dios de los ejércitos llenos están los cielos y la tierra de su gloria”… ¿Acaso entendemos en esta oración el gozo que al Señor le brindan las almas amantes de su amor? Jesús pide e insiste ser imitado en la caridad, porque en ella esta el amor del Padre al Hijo y de Él que lo entrega a todo hijo de Dios.

El mandato de Cristo, es el único punto de partida para que el mundo se reconcilie con su Creador, no con actos ilusorios, fingidos o buenas intenciones, recordemos, Dios todo lo ve, querer engañarlo con palabras huecas, solo para superar la situación, es engañarse así mismo, porque se volverá a caer en el error de prometer y no cumplir, la realidad que esta por encima de todo interés del mundo: la salvación eterna.

Jesús confirma el mandato de su legislación, queda grabado en los corazones de los hombres de su tiempo, y de todos los tiempos, hasta el termino del mundo, su regla de vida de salvación cuando dijo:…”Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; para que como Yo os he amado, vosotros también os améis unos a otros”…Pero la apatía del mundo puede mas, la incredulidad admirada dice;…Jesús dijo eso en su tiempo, y la gente ponía la duda, hoy como ayer, no querían comprometerse, no entendían lo que hoy por los progresos del mundo entendemos con claridad… El mandamiento de Jesús no cala, quien no cree es porque vive alejado de Dios, sin freno moral, espiritual y religioso, vive entre maldad, y fluye de su boca palabras se van al rio de Belcebú.

Hablar sin sentido, se pasa el tiempo juzgando la obra de Dios, todo acto o suceso temerario, vienen los ¿Por qué? Dijo y no hizo, a todo lo encuentra mal, nada es bueno, viviendo en el engañado por si mismo.

Esta conducta tiene una razón; el que no cree, vive equivocado, el que no tiene fe, de todo duda y vive sentido, y comprender que como el mal, así también siempre han existido hombres inicuos que engañan a mas engaño, eso los deja aislados y temen quedarse solos, por eso, es obligación del fiel hijo ante Dios, conocer la realidad y presencia de la persona divina en este mundo, dejar de lado la critica áspera, y retomar el camino a Cristo, así se corresponderá a su amor con amor, ahondar los bienes que el Señor pone a nuestro corazón, recapacitar la reflexión de San Agustín;…”Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error”…
La diferencia entre el amor de Dios y el de los seres humanos, hay distancia; el de Dios, lleva a la gloria eterna, el del ser humano como prójimo, hermano e hijo de Dios, es camino para la gloria eterna, puesto que Jesús en el segundo mandamiento lo ha legislado.

Lo difícil es que en toda relación humana, familiar, escuela y todo lugar donde se reúnen dos y mas, salta la falta de comprensión, que el mismo ser humano convierte en discordia los actos de uno y otro, no se ayuda al prójimo, sino que se va contra él; cuesta esfuerzo evitar la molestia cuando se reciben las criticas, abusos, actitudes ventajosas, falta de respeto, envidias y tantas cosas que todos sabemos porque lo vivimos a diario, pues eso y mas debe tolerarse por amor a Dios, quizá los demás al ver la tranquilidad, se rían al ver como sobrellevar la fricción, buscando caminos de armonía.

Jesús cuando la madre de Santiago le pidió que cada uno de sus hijos se sentaran a su lado en la eternidad, los discípulos que la oyeron se disgustaron, Jesús amoroso respondió sin herir, ofender o reclamar, explico que eso era asunto de Dios su Padre, y todo quedo olvidado por todos, enseñándonos en ello el acto de amor al prójimo.


El Señor ha pasado una noche explicando y respondiendo sobre la venida del Intercesor a su partida a Dios su Padre, los bienes que de Él recibirán, y aunque medio convencidos, priva en ellos la tristeza de su partida, lo aceptan porque las promesas de Jesús son cumplidas, ahora encauza a los discípulos hacia el amor del Padre a Él como Hijo, y de su parte a sus discípulos;…” Jesús les respondió y dijo: Sí alguno me ama, guardará mi palabra, y mí Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos morada”…En ello esta implícito el deseo de Jesús: tener fe y confianza en la providencia de Dios.

Jesucristo al revelar, muestra también a todas las almas, que quien lo ame, guarde sus mandamientos, Él en respuesta a su fidelidad y amor, convertirá esas almas en su morada.

El cristiano que vive según el evangelio, ama a su Señor, porque aprecia que su enseñanza es garantía de verdad eterna, y ello significa la salvación que entrega, pero aquel que dice amarlo y no pone empeño en demostrar que lo ama, no tendrá la convicción, ni la razón para cumplir los mandamientos de Jesús, y la consecuencia esta en que no conoce a Dios, y no descubrirá que Dios es amor.

Es de comprender; Dios nos ama ¡Sí! Nos quiere salvar ¡Sí! ¿Si cometemos pecado o no cumplimos sus mandamientos, de todas formas nos salvará? ¡No! Dios es justo, amarlo es no ofenderlo, amarlo es cumplir su doctrina, amarlo es amar al prójimo, por ello dijo;…” El que no me ama no guardará mis palabras, y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”…La revelación de Jesús muestra la profundidad del amor de Dios, pide ser amado, pide que su amor sea como el Padre lo desea, de palabra, obra y pensamiento, pues quien desprecia el amor a Dios, se aleja de ese amor del Padre, porque lo rechaza y lo niega, pudiendo comprender el amor de Dios no hace nada, esta perdido, es como esperar la muerte en medio de una tempestad, asido a una tabla que se va desbaratando por los golpes de las olas.

En ello comprendamos que el amor a Dios no son migajas de lo que el hombre logra en el mundo, asemejándose al hijo que para tranquilizar el amor del padre por haber abandonado con violencia el hogar paterno, se conforma mandándole regalos, creyendo que con ello satisfacer el dolor y la pena de su padre.

Dice San Pablo;…”Sed imitadores míos tal cual soy yo de Cristo”…Jesús espera eso de las almas.
Jesús se dispone dar a sus discípulos su propia paz;…” Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros”…El Espíritu Santo nos enseña, como verdad y sabiduría esencial el conocimiento de las cosas divinas;…” Pero el Intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñara todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho”… Dice San Gregorio;…”Por lo mismo, si este Espíritu no esta en el corazón de quien oye, es inútil la palabra de quien enseña”…Es el Espíritu Santo quien ilumina las almas, las consuela y fortalece con la virtud divina.

La palabra de Jesús nos deja en claro: en las cosas del mundo esta el demonio abrumando las almas de las que se ha posesionado. A los días de la Ascensión, los apóstoles vivieron en su alma el valor de la fortaleza del Espíritu Santo, y fue en el día de Pentecostés donde reciben los carismas visibles.

El poder del Padre y la sabiduría del Hijo. Todo ello obtenido por los méritos y mediación de Jesús;…” Os dejó la paz, os doy la paz mía, no os doy Yo como la da el mundo.

No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente”…La paz de cristo es de salvación, la paz que da el mundo es de condenación eterna.

La paz de Cristo esta basada en su doctrina, evangelios y mandamientos, todo ello es verdad eterna: las palabras de la paz del mundo, son solo palabras vacías, huecas, licenciosas, para logro de bienes frívolos, marchitables y efímeros.

La paz de Jesucristo Nuestro Señor que da a sus discípulos es felicidad sin fin.
…” Acabáis de oírme decir: Me voy y volveré a vosotros.

Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo”…Significando que el origen es el Padre y el Hijo la derivación.

Dice San Hilario;…”El Padre no es mayor que el Hijo en poder, eternidad o grandeza, sino en razón de que es principio del Hijo a quien da la vida.

Porque el Padre nada recibe de otro alguno, mas el Hijo recibe su naturaleza del Padre por eterna generación, sin que ello implique imperfección en el Hijo”….De donde se comprende la ilimitada y vasta lealtad y amor de Jesús, y su perpetua obediencia y adoración del Padre.
…” Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto se verifique, creáis”…Todo lo que Jesús enseño a sus discípulos, lo que escucharon en sus predicaciones, impactados vieron sus obras prodigiosas, de caridad, de muchos actos y cosas incomprensibles en ese momento que oyeron al Señor hablar de ello, todo será comprendido, entendido y razonado, desaparecerán los temores y vendrá la comprensión y la sabiduría con todo este bagaje de conocimientos se iniciará y realizaran la obra apostólica que sembró la semilla en el mundo pagano e incrédulo, y continuara haciendo por la misma razón hasta el fin del mundo, basada en lo dicho y hecho por su amado Maestro.

Mas surge una pregunta; ¿Dónde esta el mérito de la fe en los Apóstoles, al ver realizadas las profecías del Señor? Dice San Agustín;…”Porque la fe es creer lo que no ves, mejor hubiese sido creyeran antes que vieran”… La palabra de Jesús fue no solo a sus discípulos, sino a la humanidad de todos los tiempos, para robustecer la fe, conocer, hallar y valorar hacer propia cada alma la grandeza de Jesús, exaltada por el cumplimiento exacto de sus profecías, la obra de Cristo debe encender aun mas la pasión en amor, aumentar mas y mas la fe y rogar a su infinita misericordia, por aquellos que retraídos por la incredulidad, no creen, vuelvan recapacitando a reconciliar su alma al Señor y el con gozo las conduzca a su redil.

 

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