0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
Cupido en la máquina del tiempo

Postal romántica. Fons Xavier Roigé . Cortesía del Museo de Historia de Cataluña, MHC(Foto: MHC, Pep Parecer)
Un breve repaso de algunas de las formas de amarse en el pasado desvela numerosas sorpresas y curiosidades.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font
¿Qué significa amar? ¿El amor es para siempre o para unos años? ¿Por qué casarse? ¿Casarse por amor o por interés? Las respuestas a estas preguntas han variado a lo largo de la Historia.

El amor y el matrimonio no siempre han ido de la mano, a menudo este último ha sido una cuestión de interés y, si bien en todas las culturas existe esta institución, su sentido ha sido muy diferente a lo largo del tiempo, según aseguran los historiadores del Museo de Historia de Cataluña, MHC.

Ahora cuando el casamiento se cuestiona con frecuencia y se admiten múltiples formas de amarse, es útil ver las diferentes maneras de entender el amor a lo largo de los tiempos, y conocer cómo eran el galanteo y la seducción, las creencias, las costumbres del día de la boda y la función social de cada momento, según el MHC (www.es.mhcat.cat).

Para ello este museo propone un viaje por la historia de Cupido y las maneras de formalizarlo en la sociedad occidental, desde la antigüedad clásica, a través de obras de arte, canciones, objetos, el cine, la literatura y testimonios, en su exposición “¿Te amo? Una historia del amor y el matrimonio”.

Su comisario es el antropólogo Xavier Roigé, decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, UB, (www.ub.edu), profesor de Antropología Social y Cultural, y especialista en el estudio de la familia y el parentesco.

AMARSE Y CASARSE EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

En Grecia y en Roma se distinguía claramente entre matrimonio y comportamientos amorosos y sexuales, y los hombres, sobre todo en las clases altas, tenían una gran libertad en cuestiones amorosas y sexuales, mientras que las mujeres tenían más restricciones y quedaban confinadas al ámbito doméstico, especialmente en Grecia, según el MHC.

En esa época, el matrimonio era un trámite burocrático, un acuerdo pactado entre familias que comprometía el estatus de todo el grupo familiar, de acuerdo a esta misma fuente.

“De los cónyuges se esperaba fidelidad a este compromiso en forma de respeto, apoyo mutuo y afecto, mientras que la sexualidad, en todas las formas imaginables, estaba presente y explícita en el mundo clásico, incluido el adulterio, la homosexualidad o cualquier placer amoroso”, añaden desde esta institución.

“En Roma, el día de la boda, la novia llevaba un velo naranja. Después de la ceremonia, al anochecer, la novia era secuestrada ritualmente de los brazos de la madre y se iba en comitiva hacia la casa del novio llevando el agua y el fuego a la nueva casa, donde se celebraba un gran banquete”, según el MHC.

CRISTIANISMO: EL MATRIMONIO-SACRAMENTO

Con el triunfo del cristianismo, a partir del siglo IV, se desarrolló una nueva idea de amor, la Iglesia adquirió el monopolio de poder otorgar el matrimonio y la boda se convertía así en una garantía del orden social y una forma de controlar las pasiones amorosas y sexuales, según se revela en la exposición.

En esta época el ideal del amor cristiano era el amor fraterno, y el amor carnal era visto como algo solo tolerable e inevitable para la procreación.

Aunque con algunos cambios, la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio se mantuvo prácticamente inalterable hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), que también hacía hincapié en la idea del amor conyugal como un elemento esencial del matrimonio, apunta el MHC.

En la época medieval y moderna, y pese a la proliferación de los ideales del amor cortés, el matrimonio era considerado un asunto prudente, para la seguridad económica y para tener descendencia legal, mientras que las bodas reales y nobiliarias eran también la ocasión y el instrumento para una alianza política, según añaden desde esta institución.

CANTAR A LA AMADA: EL AMOR CORTÉS

Según el MHC, los ideales del llamado amor cortés o cortesano, que se desarrolló en ambientes aristocráticos y se inició en el siglo XII en Occitania (territorio que en la actualidad abarca zonas de Francia, España, Italia y Mónaco), proliferaron en la época medieval y moderna.

En esa época, los poetas y trovadores no cantaban a las esposas, sino a las amantes, distantes e inaccesibles, a las que los poetas suplicaban sus favores, según el Museo de Historia de Cataluña.

Según el MHC, en el amor cortés, la mujer resultaba para el amante un ser inaccesible, culminación de todo tipo de valores, y este tipo de amor era una especie de adulterio platónico y profano, ya que era totalmente ajeno al matrimonio.

El amor idealizado se expresaba en forma de poemas y canciones para sus amadas. En sus versos, los trovadores expresaban la belleza y las virtudes de las damas, unos seres ideales a los que hay que amar por su belleza y a los que hay que cuidar, según añaden.

En las cortes de la Europa moderna era normal que las parejas reales y nobles llevaran vidas separadas, por lo que tanto las mujeres como los hombres, a menudo, buscaban satisfacción y compañía entre las personas que vivían en la corte, afirma el MHC.

“Este modelo parte de la herencia clásica, pero se configura sobre todo con el cristianismo y con el romanticismo. Pero en la mayoría de culturas, incluyendo la historia europea, el matrimonio y el amor no han ido juntos: el matrimonio ha sido una decisión política y económica, para asegurar la continuidad familiar”, de acuerdo a Roigé.

AMOR Y MATRIMONIO ¡POR FIN UNIDOS!

Nacido de las clases altas a partir del siglo XIX, el ideal del amor romántico supone un cambio transcendental: el amor y el matrimonio van juntos, y se enfatiza más en las emociones que en el placer físico, desvela la exposición '¿Te amo?’ .

El Romanticismo exalta los ideales de la familia conyugal como garantía del orden y la estabilidad social, con una separación absoluta de los roles del hombre y la mujer, esta última dedicada a la belleza, a los hijos y al hogar, aseveran desde la exposición.

Mientras, en aquellos tiempos los sectores obreros cuestionaban los ideales de familia conyugal y pedían un amor libre, según la exposición dirigida por Xavier Roigé.

Consultado sobre cuáles son las diferencias más llamativas entre las formas de amarse y casarse en la época clásica y en la actualidad, Xavier Roigé señala a Efe que “el concepto de amor y matrimonio tiene en la sociedad occidental unas características propias que han ido configurándose a lo largo de la historia”.

Con el Romanticismo, ampliamente representado en la literatura, en la música, en la pintura y en las demás artes de la época, los rituales de matrimonio alcanzan su plenitud y las clases altas reinventaron los rituales que más tarde acabaron extendiéndose por todos los sectores sociales, según el MHC.

Los trajes de novia fueron abandonando el negro, que caracterizaba las bodas en la sociedad campesina, para volverse blancos, como símbolo de pureza y también para mostrar que eran trajes confeccionados especialmente para la ocasión, añaden.

Según el MHC, en esa época la novia se convertía así en la auténtica protagonista de la fiesta y, al mismo tiempo, se fueron incorporando a la celebración nuevos elementos: el pastel nupcial, el deseo de inmortalizar la ceremonia con la fotografía y el viaje de novios.

Clásico, cristiano, cortés, romántico... a lo largo de los tiempos el amor se ha expresado y formalizado de distintas maneras y llevado distintos "apellidos" y, actualmente, es cada vez más plural, caracterizado por distintos tipos de uniones, como las parejas abiertas o formadas por personas del mismo sexo, pero sigue siendo ese sentimiento que le da sentido, trascendencia y fuerza a nuestras vidas.

Según Roigé, “en la actualidad -al revés que en el mundo clásico- el matrimonio se entiende en relación al amor: debe existir el amor para estar y seguir juntos.

Otra gran diferencia es que el matrimonio es una decisión personal, por voluntad de los cónyuges y con poca intervención familiar”.

“Teóricamente somos libres para decidir nuestro cónyuge, para casarnos o no, para seguir juntos o no... Y tal vez la gran conquista contemporánea es la igualdad del género en la pareja", concluye el comisario.

Está claro que Cupido, ha movido, mueve y seguirá moviendo nuestros corazones y el mundo.

Por Rocío Gaia.

EFE/REPORTAJES.

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion