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Triunfe… ¡vendiéndose!

Para vendernos a nosotros mismos en los negocios, en una entrevista laboral o en las relaciones sociales, los demás tienen que vernos como una persona confiable. Foto: EFE ARCHIVO
Venderse a uno mismo es una habilidad que se aprende y se practica como cualquier otra.
viernes, 22 de abril de 2016
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(EFE) Venderse a uno mismo es una habilidad que se aprende y se practica como cualquier otra. "Con una buena formación y herramientas adecuadas se gana autoconfianza en dicho proceso y se pierde, o bien se minimiza, la limitación mental o creencia limitante de sentirse incapaz de hacerlo", señala la psicóloga Mónica Mendoza, consultora especializada en marketing y ventas.

Para vendernos a nosotros mismos en los negocios, en una entrevista laboral o en las relaciones sociales, los demás tienen que vernos como una persona confiable, y ese sí que es un don de algunas personas, las cuales son capaces de generar confianza en muy pocos segundos.

Si no es nuestro caso, tenemos que esforzarnos por ser alguien que transmita coherencia con sus valores y también honestidad, ya que suelen generar rechazo aquellos individuos que, por su manera de hablar y por su físico, parece que nos están distorsionando la realidad o gran parte de ella.

Lo que creemos de manera consciente e inconsciente sobre nosotros, lo proyectamos en los demás con nuestros comportamientos. Saberse vender bien no consiste en ir alardeando de nuestros méritos, sino de comunicar a los demás el valor que estamos aportando, ya que lo que no se percibe no se valora.

“Hablamos una media de 150-160 palabras por minuto y, como lo que decimos de nosotros mismos suele ser bueno, sobre todo a la hora de mostrarnos a los demás, ellos no creerán tanto en lo que expresamos mediante palabras, sino en lo que transmite nuestra mirada, gesticulación, y tono de voz”, señala Mendoza.

A la hora de vendernos, procuremos transmitir autoconfianza y sensación de competencia, de que somos diligentes en las tareas que nos encomiendan.

Está demostrado que si a alguien no le gusta la mirada de un vendedor, no se produce entre ambos la conexión psicológica y emocional necesaria para que haya ningún tipo de persuasión ni de venta.

“Para saber vendernos se nos tiene que notar que nos creemos lo que decimos, ya que lo que en realidad convence, es nuestro propio convencimiento”, destaca.

 

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