Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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El costo de las Reformas

domingo, 28 de agosto de 2016
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Caro, muy caro le han costado al Presidente Enrique Peña Nieto, las reformas estructurales aprobadas durante sus primeros dos años de administración.

Tanto en términos de imagen personal, como de aceptación para su régimen de gobierno. Fueron tantos y tan diversos los intocables que fueron tocados por los cambios constitucionales y legales, que al final del día, sumados, representaron un detonador político inmanejable que tiene al país al borde de la ingobernabilidad.
Es grande y valioso el legado que Enrique Peña Nieto le dejará a México al término de su mandato, siempre para bien.

Ahora, ya es México un país distinto, muy diferente al que recibió en Diciembre de 2012, y créame amigo lector, que no exagero, el diseño jurídico institucional de hoy es mucho más robusto, fuerte y promisorio, será sin duda, en las próximas décadas cuando los frutos se hagan sentir, para bien repito, en las vidas diarias de las familias y los jóvenes mexicanos.
Sin embargo en política, los enemigos son de verdad y jamás se quedan con la piedra en la mano, saben cómo lanzarla y cuándo hacer blanco.

Nadie, ni siquiera alguno de los grandes reformistas, y esto es histórico, ha logrado librarse de las malignas fuerzas de la reacción y los reaccionarios, de los contrarreformistas y los contrarrevolucionarios.

Es un karma y mal fario que inevitablemente acompaña para siempre a quienes han osado cambiar al mundo o sus naciones.
Es fácil para quien desea conocer la verdad, caer en cuenta de porqué un gobierno que empezó tan bien, terminará tan mal en todo.

Se pueden construir mil argumentos para explicar este fenómeno, mas ninguno de ellos, se atreverá a revelar la razón de fondo que los inspira.

Podrán decir que si la casa blanca, que si los estudiantes muertos en Guerrero, que si las movilizaciones de la coordinadora magisterial, que si los estudiantes del politécnico, que si los endeudamientos fuera de control, que si el precio de la gasolina y la luz, que si los matrimonios de personas del mismo sexo, o los impuestos fiscales y otras muchas cosas que han pasado y seguirán sucediendo en el país.
Mas todas ellas por más graves que sean o parezcan ser, seguros estamos, hubieran sido perdonadas o minimizadas al menos, si el presidente Peña hubiera gobernado con y al lado de las oligarquías dueñas del poder en México.

Si el presidente Peña no hubiere promovido y mostrado al mundo que México es y puede seguir siendo una nación de avanzada, con la vista puesta en el futuro y cada vez más y más lejos de las ataduras del pasado.
Las reformas, en su concepción y valor más amplio y contundente, le quitan el poder económico y político a unos y se lo dan a otros, eso sucede y sucederá más a fondo en años venideros, con la reforma financiera, la educativa, la energética, la fiscal, la de telecomunicaciones, la de competitividad o antimonopolios y la política-electoral.
Todos los reformistas han pagado caro, en términos cronológicos, su valor y decisión, su paso a la historia se los ha dado siempre el tiempo.

Cuando las generaciones afectadas han pasado o desaparecido de la escena económica y política nacional e internacional, es entonces cuando la historia se vuelve juiciosa y reflexiva (que no generosa), es entonces cuando se reconoce y se logra entender el valor y la valía de quienes hicieron las hazañas y del contenido fecundo que las imbuyeron.
Ejemplos hay muchos, todos los que usted quiera amigo lector, basta abrir el libro de la historia y encontrará en cada página un caso y otro y otro, hasta el infinito.

Que si Hidalgo y Morelos, que si Juárez y Ocampo, que si Gorbachov, Lenin, Sucre, Washington, Lincoln, y otros muchos más que sin excepción, fueron primero elevados y llevados hasta la piedra de los sacrificios por sus enemigos, y después, décadas o siglos posteriores, rescatados por el juicio sereno e implacable de la historia.
Para el caso del presidente Peña Nieto será y está siendo, sin duda, lo mismo.

Tenga usted plena seguridad, amigo lector, que la sentencia impuesta por los reaccionarios será y es, implacable y basta.
Sólo el tiempo sanará el dolor y aclarará las aguas del poder.

Lástima que los medios (una vez más) por omisión o insano interés, no cumplan con su alta responsabilidad de informar y poner sobre la mesa las razones y dejan de lado los argumentos políticos, de fondo, que mueven a la reacción mexicana hoy en día.
GRACIAS POR SU TIEMPO.

¿Sabía Usted?
Mr.

Kuinkelly
COMIDA EN LA OFICINA

Si es usted es de quienes tienen que hacer una comida o por lo menos almorzar en la oficina, estas recomendaciones son para usted: Primero que todo, recuerde que la regla de oro es buscar consumir lo más saludable y para hacerlo posible, debe dedicarle tiempo a la preparación, lo ideal es que lleve su propia comida hecha en casa.

Si se puede, desde la noche anterior con calma deje todo listo, pero si no, tome unos 15-20 minutos para cocinar o sofreír algo.
Las ensaladas no pasan de moda y deben hacerse un hábito consumirlas, lo importante es saber enriquecerlas con los ingredientes justos.

Considere los colores: lechuga, aceitunas, ajonjolí, queso fresco, tomate. Prohibido condimentarla desde casa: mejor prepara una botellita o recipiente con aceite de oliva, sal y pimienta o un limón para utilizarlos al momento.

Los recipientes perfectos son de vidrio o plástico; hay unos con divisiones para no mezclar los guisos.
Después del almuerzo al volver al trabajo aumenta el riesgo de somnolencia, por lo que un almuerzo ligero es lo ideal, nutritivo y no pesado.

Por ejemplo, una sopa de arroz o pasta seca, con ensalada y huevos refritos es buena base para ir variando el menú.
Nunca almuerce frente a la computadora o en el escritorio.

Tómese el tiempo para desconectarse del trabajo mientras come y aproveche para conversar y compartir con algún compañero. Si sigue estas recomendaciones, además de comer sano… resultará más productivo.
¡Si no lo sabía… créalo porque es cierto!

 

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