REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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La Invitación rehusada

…”Y entonces, envió, otros siervos, a los cuales dijo: Decid a los convidados: Tengo preparado mi banquete; mis toros y animales cebados han sido sacrificados ya, y todo está a punto: Venid a mis bodas”… (Mt 22, 4)
domingo, 25 de septiembre de 2016
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Los Salmos de David, inspirados en él por el Espíritu Santo, manifiestan a los tiempos, el amor paternal que el Hijo de Dios hecho hombre, habrá de sembrar en el corazón de los seres humanos el atributo divino por el que perdona los pecados, su misericordia, caridad, bondad, generosidad y nobleza de espíritu, comprensión e indulgencia, generosidad y las mas virtudes infinitas en Dios para bien y salvación de las almas.

La profecía en su contenido es una constante invitación que viene de las alturas, conmueve en las almas los sentimientos sublimes de su divinidad.

Nunca imagino Israel que la magnanimidad del Padre, fuera desprenderse de su propio Hijo amado, Nuestro señor Jesucristo, el Mesías prometido a Israel, con la misión de atraer el pueblo al redil del Señor, que para cumplirla encontró una oposición cada vez mas infame, que Jesús jamás cedió, por el contrario fue un paciente esfuerzo cada vez mas continuo de buscar formas y maneras para ser reconocida su Divinidad como condición primordial para su salvación, pero en nada fue reconocida y menos aceptada; después de la Ascensión del Señor a los cielos a la fecha, continua latente en todo cristiano la esperanza que vivió en su momento el pueblo de Israel a la venida de Jesús, pero al escuchar su doctrina y mandamiento de amor y perdón al prójimo, se trastocaron los planes de los dirigentes del sanedrín que incluso habían difundido en los demás pueblos, tratando de crear temor por ese Mesías que los sometería, les daría el poder sobre el mundo y expulsará a los romanos de la Palestina, pero cuando Jesús predica de venir a salvarlos del pecado, ven que Jesús no es el camino esperado, no obstante sabiendo que es su verdadero Mesías lo rechazaron y no reconocen su divinidad, pero si lo persiguieron, engañando al pueblo al que hizo el sanedrín su cómplice, fueron contra Él hasta darle muerte ignominiosa.

El beneficio de la salvación prometida llegó al límite de tolerancia divina, basándose en estos hechos, se dio paso y entrada en la doctrina de Jesús y sus mandamientos a los pueblos gentiles, los que reciben la invitación a las bodas celestiales.


A través de los siglos cada alma viene al mundo a probar su fidelidad al Señor, recibiendo de Él, los medios para hacerse merecedor, y grabar en lo profundo del corazón, la necesidad de cumplir su santo y veraz mandamiento, como requisito necesario para ser invitado a las Bodas del Señor.

El profeta David, siendo instrumento de Dios, es la voz y la palabra del Padre que busca anhelante que su deseo sea comprendido, aceptado y reconocido al decir;…”Escucha pueblo mío, mi enseñanza; presta oído a las palabras de mis labios”… Pide nuestro Creador la aceptación limpia y generosa, habla el Padre amoroso que va al encuentro del hijo que estaba perdido, a ese momento en el pueblo de Israel, al que enseña que los bienes de salvación están en la fe, creer en su divinidad, en su promesa y su palabra consoladora que dispone el alma a la reconciliación, pues la invitación de Jesús es comunicada a todos, porque todos están invitados a las Bodas celestiales.

La profecía revela el indulgente perdón que concede por la gracia el paternal llamado de Dios, quien no va a pedir ni ordenar cosas arduas o fatigosas, imposibles o penosas, quiere una sola exigencia interior, viva y verdadera del cristiano, la atención de su corazón para que comprenda y perciba, hasta donde Él lo ha amado.

El deseo del Padre es que siendo las almas buenas, santas y justas, pecadoras, incrédulas y alejadas, todas tienen el derecho de ser invitados en asistir a las Bodas celestiales, invitación que no tiene excepciones, el llamado de Dios es gratuito a estar presente, no hay distingo de posición económica, social, raza o color, queda claro: el llamado del Altísimo es para quien desee de corazón ganar el ingreso al Reino de los cielos, sabiendo de antemano, no será de palabra o con la sola intención, se requiere del esfuerzo diario, de sobreponerse a las tentaciones y vencerlas, dominar las atracciones del mundo, no dejándose seducir por las incitaciones, sino cumplir las obligaciones que como hijo de Dios adquirió desde el Bautizo.

Nadie esta excluido de asistir al festín nupcial, donde Dios celebrará las Bodas de su Hijo con la humanidad rescatada por su Pasión.
¿Dónde encontrar la felicidad el cristiano? Las cosas del mundo tienen su principio y su fin, pero las cosas del cielo siendo eternas, tienen un principio que no termina, así el principio de nuestra vida y de la creación están en Dios, el final de cada alma es llegar ante Él, y la del terminó del mundo será cuando Dios así lo disponga.

Por eso, el principio de la felicidad de la salvación esta en la Eucaristía, en ella encontrará el cristiano una anticipación del Banquete celestial, la unión espiritual y sobrenatural con que Cristo mediante la gracia santificante glorifica, su caridad es fuente inagotable de compasión, su conmiseración es la compasión que vive y siente por los males del mundo que rodean a las almas, por eso su comprensión sublime nos hace participar en el Banquete celestial su excelencia divina, cuando dijo;…”Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y Yo le resucitaré en el último día”…
El Padre eterno ha preparado las bodas desde siglos, llama a la humanidad en pleno a participar no cesando en decirle; ¡Venid a las bodas! Siendo, por así decir, requisito esencial para obtener la gloria eterna, ir al fin último que debiera aspirar cada pecador, no con una simbólica actitud de adhesión, sino buscar el verdadero camino: Cristo Nuestro Señor, Él nos llevará a las bodas definitivas y eternas en el cielo, nos adoctrina en la Parábola del Banquete celestial;…” Respondiendo Jesús les habló de nuevo en parábolas, y dijo: El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo”… El rey es Dios Padre; el Mesías, el Hijo de Dios, es el esposo; la esposa es la Iglesia; los convidados son todas las personas que vienen a este mundo, llamados por Dios a recibir el bien espiritual de las bodas divinas, que contrajo el Verbo de Dios humanado con la Santa Iglesia.

Comprendamos, Jesús expone la parábola del banquete celestial, en ella da a conocer como será el destino del pueblo que vino a salvar del pecado, y lo repudio rehusándose confesar la divinidad del Hijo de Dios, que bien conocía.

Ahora bien, haciendo un examen de conciencia, viendo nuestro interior y mirando el exterior de esos hombres, como los que en nuestro tiempo, son igual al rechazar la palabra de Jesús, hablaran muchas cosas dispares, pero el Señor, y no olviden, mira cada corazón, conoció lo que en su mente conspiraban sus enemigos, sabia al detalle su deseo de venganza, pues en nuestra condición de pecadores, obramos de igual manera, cuando la tentación tolerada la convertimos en pecado, estamos ofendiendo gravemente su divinidad, no pasemos por alto este punto, en cada hecho pecaminoso, se toma la postura de sus enemigos y nos convertimos en enemigos de Dios, por lo tanto, nos estamos anunciando: de no haber arrepentimiento, se tendrá el mortal destino como el que hoy tienen sus enemigos.

Anuncia el profeta el gozo del banquete celestial;…” Se saciaran con la abundancia de tu casa, y la embriaguez en el río de tus delicias”…Por favor, no veamos esta profecía su sentido humano porque caeremos en error, ahondemos en su verdadero sentido, el espiritual, las delicias a los que se refiere el profeta, son las gracias, los sacramentos, los dones de Dios, por sobre todo el don de su sacratísimo cuerpo y sangre, a ello se agrega su palabra misericordiosa y la infinita voluntad divina.

El incrédulo dirá tantas cosas, como aquella: ¡Qué aburrido! Claro que lo es para quien no tiene una pizca de fe, ese seguirá igual, porque no comprende, menos aprecia el bien que el Padre celestial entrega a cada momento, ¡lastima! ese aburrimiento llegará al punto en la otra vida, a una vida no deseable.


…” Y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas ellos no quisieron venir”…Los siervos enviados en primera instancia por el Señor; Juan Bautista, los Apóstoles y discípulos, predican el llamado al Reino de los cielos, como lo hicieron los profetas en diferentes siglos, o sea que desde muy antigua época el pueblo judío recibió el anuncio del Señor, y desde esos tiempos fueron sus siervos rechazados, perseguidos y se les dio muerte, reacios se negaron aceptar su llamado, no nos admiremos de esa infidelidad, porque en ese sentido nuestra mala conducta es también la del infiel que rechaza como ellos cumplir el mandamiento de Dios.

Recapacitando en la benevolencia del Señor que ha tenido en el pasado, presente y futuro de invitar las almas creadas por Él a su festín, muchos niegan participar de ellas, negándolo de palabra, obra y pensamiento, cuando que ir al Señor es el bien por el que tenemos oportunidad de conservar las gracias que Jesús entrega como resultado de su sacrificio cruento, lo inexplicable es ese empecinado desprecio a lo que es el bien único de salvación en el pecador, es como aquel que pone la mano en el fuego, sabe que le causara quemaduras que pueden hacerle perder su mano, pero estos infelices aburridos, con su dialéctica no van a perder la mano, sino lo mas valioso que poseen: su alma.

¿Razón? Sus pecados enquistados en lo profundo de su corazón, teme la sentencia del Señor;…”Ellos no quisieron venir”…Bueno es mirar en el remanso del arroyo claro, hasta encontrar en el fondo la piedra interior de la ceguera, al desecharla dirá el Señor;…”Venid a Mí benditos de mi Padre.
…” Entonces envió a otros siervos, a los cuales dijo: Decid a los convidados: Tengo preparado mi banquete, mis toros y animales cebados han sido sacrificados ya, y todo está a punto, venid a las bodas”…En vista de haber rechazado desde siglos a sus siervos, tiene el Señor otros siervos, por ellos extiende su invitación de nueva cuenta al festín.

Anuncia los preparativos del gran banquete de las Bodas del Hijo de Dios humanado con la Iglesia, entregado para la redención y santificación de la humanidad.

El Padre ha instituido los sacramentos, y las fuentes de la gracia, que confirma con prodigiosos milagros, los siervos de Dios instruyen al cristiano y pocos reconocen la divinidad de Cristo, como pocos ingresan en la Iglesia a las bodas del banquete celestial, porque a todos ha llamado.

Pero los muchos, mas interesados en sus conquistas materiales, otros en los deleites del mundo, no les interesa este llamado, hacen oídos sordos a su benevolencia, pero el Señor insiste, catequizan sus siervos el beneficio gratuito de salvación su asistencia a las bodas del Padre, pero viviendo la fantasía de sus actos no escuchan, de ellos dijo Jesús en la parábola;…”Pero, sin hacerle caso, se fueron el uno a su granja, el otro a sus negocios”…El disimulo es justificación injustificable, es hacerse ignorante de la realidad y pasarla por alto, asucede, porque la incredulidad y el vació de fe los mantiene inmóviles o pasmados, saben que su conducta es indigna y rehúyen el amable ofrecimiento preparado por el Padre, porque la insolencia estimula su soberbia y esta despierta el orgullo, procediendo como si hiciera un favor al Señor, en aceptar su invitación, dando paso a las preferencias del mundo y los placeres, nos lleva a una reflexión; Este cuadro es un desacato, un menosprecio y una irreverencia a Dios, de la que no nos admiremos, porque lo hacemos igual, que justificación mentirosa damos para no asistir a la santa Misa, la critica de quien recibe la Sagrada Eucaristía, dejar de lado las oraciones de la mañana y de la noche, el aspaviento cuando alguien del hogar pide rezar el rosario, se rechaza de exagerado, otros callan o disimulados se esfuman, otros se dicen ocupados, en todo obra un falsa negación, pero eso sí, muy contentos en el antro, en el partido de futbol, en la fiesta, en el goce y disfrute del cuerpo, se aleja el alma de su creador, en verdad las vanidades de este inverosímil mundo nos tiene atados a ellas.
Quienes molestos asediaron la magnanimidad de Jesús y sus siervos, obrando con perversidad, se revelaron contra su Señor, y a los enviados haciéndolos victimas de su injusta acción arrebatan la vida;…”Y los restantes agarraron a los siervos, los ultrajaron y los mataron”…Fueron los judíos de la primera generación cristiana que hicieron victimas de su persecución a Esteban, Santiago el Mayor y Santiago el Menor.

En esta parte de la parábola, al escuchar los sacerdotes del templo, fariseos, escribas y ancianos a no dudar se burlaron de la palabra de Jesús, que en realidad era profética;…”El rey, encolerizado, envió sus soldados, hizo perecer a aquellos homicidas, y quemo su ciudad”…Los invitados convertidos en criminales, Dios fulmina con tremenda sentencia, consecuencia de su justa ira divina que había venido conteniendo, con la esperanza de aceptar su invitación.

Jesús predice la ruina del pueblo, su aniquilamiento y destrucción por haber llevado su divino Hijo a muerte de Cruz, y haber despreciando de Él las múltiples invitaciones al banquete celestial.

Predijo el caos que vivió la ciudad de Jerusalén y sus habitantes por el ejercito de Dios, esto es el ejercito romano de Tito y Vespasiano, quien fue instrumento de Dios, porque el puede disponer lo que ha creado para reconocer al bueno y castigar al malo, dijo la palabra profética de Cristo;…”No quedará piedra sobre piedra”…Y fue ejecutada al pie de la letra por el ejercito de Roma, la desolación y muerte es efecto a las ofensas y ultrajes cometidos a sus siervos enviados para bien de Israel.

En medio de su paganismo, el emperador Tito atribuye que todo lo sucedido es obra de la divinidad, sin tener certeza de quien era esa divinidad, pero decía, había algo que lo empujaba a seguir adelante y no lo dejaba detenerse hasta el final.

Así fue el hecho histórico y verdadero del que podemos profundizar y relacionar con nuestra vida; ¿He cumplido mis obligaciones para con Dios? Y siendo honestos, descubrimos nuestra efímera realidad, que nos muestra la transparencia de los actos buenos y malos, intenciones, engaños, robos, ofensas y lo que bien sabemos hemos hecho, preocupados unos pocos de recordar lo que estaba escondido en su corazón, la conciencia ayuda, para eso Dios la ha puesto en cada alma, y esta va sacando lo oculto y lo que disimulamos para no pensar en ello está a la vista del corazón, va tras lo hecho y lo dicho.

A solas el cuerpo empieza a sudar, la respiración se acelera, en verdad repasar la maldad sacude, engañados por la pereza, creímos ir bien, pero no es así, viene la resolución, paro y pongo orden de inmediato, o la indolencia mental darán sobaditas en la espalda, diciendo;…espera, mañana lo haces; hoy tienes cosas importantes; no exageres; llévala calmada…Lo palpable en el proceder, es que esta actitud rechaza la invitación en que el Señor persevera repetir una y otra vez: ven a la boda de mi Hijo.

Acostumbrados a rechazar, el alejamiento borra del corazón la necesidad imperiosa del alma, que termina en que la invitación es rehusada;…”Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparadas, mas los convidados no eran dignos”…
hefelira@yahoo.com

 

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