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Cuídate del furor por las cirugías

Las cirugías y retoques estéticos son alarmantes cuando los pacientes sienten la necesidad excesiva de hacerse cambios corporales para mejorar su calidad de vida.
miércoles, 4 de octubre de 2023
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Agencia/Reforma

La primera operación a la que Marcela se sometió fue la rinoplastia, que corrigió un problema estético en su nariz.

"A mí me operaron la nariz cuando tenía 18 o 19 años. Yo la verdad no tenía pensado operarme la nariz, no me sentía mal.

"Fue mi hermana la que me dijo: 'Opérate la nariz, la tienes horrible'. Me dio el complejo, como que me empecé a traumar", dice la mujer, de 55 años.

Su hija también se operó la nariz a los 21 años. La madre de familia estuvo de acuerdo porque consideró que levantaría su autoestima.

Hace cinco años, Marcela volvió a la cirugía plástica, en esta ocasión para la blefaroplastia, que extirpa el exceso de piel en los párpados.

Su última intervención fue un minilifting facial: le eliminaron su papada y restiraron el área entre las mejillas y los ojos.

"Mi familia es de cachete caído. Ya tenía un par de años de lucir así y me incomodaba verme al espejo", menciona.

Entonces aclara: "No tengo el plan de volvérmelo a hacer. Como dijo mi marido: 'Era una vez y ya'".

Comparte el secreto de un buen procedimiento estético: "El chiste es que digan: 'Se ve mejor, pero no sé qué se hizo'".

Aunque empezaron jóvenes, Marcela y su hija supieron detenerse a tiempo y se ven bien, en contraste con hombres y mujeres que se hacen tantas "rejuveneciditas" y retoques que terminan con rasgos grotescos y, en la mayoría de los casos, irreversibles.

Incluso es tal el furor que algunos cirujanos suelen ser visitados por niñas que, acompañadas por sus mamás, piden corregirse detalles de su rostro o cuerpo que no han terminado de madurar.

"Tu nariz es preciosa, te da personalidad, ¿para qué la quieres modificar?", le dijo un cirujano a una chica que ni siquiera tenía 16 años.

Ante la resistencia, su mamá y ella se fueron con otro especialista.

Agrega el cirujano, quien prefiere reservarse su nombre: "Lo peor es que son las mamás, las abuelas, las tías las que obligan a las niñas a cambiarse el cuerpo y van con el que les baja el cielo y las estrellas a bajo costo.

Es una pena".

Primero: revisión emocional

"Tú debes decirle a la paciente: 'No busques la perfección. No existe la perfección. El ser humano es totalmente imperfecto: Tenemos una derecha completamente diferente a la izquierda'", dice el cirujano plástico Manuel Sanmiguel, quien atiende, mayormente, mujeres.

El especialista considera fundamental la evaluación psicológica de sus prospectos para estas intervenciones.

Sanmiguel cuenta con una psicoanalista que consulta de manera gratuita a sus candidatas vía zoom.

"Creo que el 100 por ciento de la responsabilidad es mía porque yo autorizaré el procedimiento. Hay pacientes pidiéndome cirugía cuando no son candidatas.

"De hecho, el 7 por ciento de las pacientes que se sientan en la sala de espera de los consultorios tienen dismorfia corporal", comenta en alusión a esta enfermedad psiquiátrica que se manifiesta en una preocupación excesiva en la apariencia, derivada de una distorsión de la imagen corporal.

Sanmiguel afirma que el profesional es responsable de identificar cuando una paciente viene por un problema emocional.

"Hay pacientes que vienen a consultarse con cinco cirugías en los pechos. Dicen: 'No, doctor, mi vida es miserable, desde entonces no estoy con mi pareja, me baño con la luz apagada'.

Y la pasas a revisión y te das cuenta que está muy bien operada y que no hay nada qué hacerle' ".

De acuerdo con especialistas, que no manejan cifras oficiales sino estimaciones, México es el tercer país en el mundo en cirugías plásticas y Monterrey es una de las capitales más importantes.

Cuidado con los excesos

"La línea es delgada para los que nos dedicamos a esto porque, si bien es válido que un paciente quiera mejorar una parte de su cuerpo, sí puede llegar a un exceso", señala Rodrigo Merino, cirujano plástico del Hospital Zambrano Hellion.

El especialista atiende principalmente a mujeres que solicitan cirugías mamarias -aumento de busto, levantamiento-, de rejuvenecimiento facial -blefaroplastia y minilifting-, y de contorno corporal -abdominoplastia y lipoescultura-.

La experiencia del cirujano en su práctica personal se replica a nivel mundial: quienes más se someten a procedimientos estéticos son las mujeres, que abarcan un 85 por ciento, indica, tomando como base estudios de la International Society of Aesthetic Plastic Surgery y de la American Society of Plastic Surgeons.

"Por supuesto que un gran número de personas tienen una inconformidad estética con alguna parte de su cuerpo, pero pueden haber motivaciones no ideales", dice.

"Hay pacientes que se quieren ver mejor porque pasan por un problema personal fuerte, con su pareja o su familia, y buscan una salida a través de la cirugía estética".

Merino está alerta si la paciente tiene un historial largo de cirugías estéticas y tratamientos inyectables previos; si dichas intervenciones fueron en distintas zonas del cuerpo y realizadas por muchos médicos y con pocos meses de diferencia entre cada una; si el paciente ve su físico como la única prioridad en su vida, y si espera resultados irreales de su procedimiento.

"Vemos caras sobrerellenadas, sobreoperadas, con rasgos no naturales en artistas y gente que vive de su imagen, pero cada vez lo vemos más en la gente 'normal'", agrega.

Por su parte, el cirujano que no quiso dar su nombre ha recibido casos insólitos: chicas que quieren verse tal como Dua Lipa o Taylor Swift, e incluso hombres, esto hace tiempo, que deseaban parecerse a Antonio Banderas.

"No hay manera de cumplir esos antojos, quedas irreconocible, transformada o transformado por completo", comenta, "y esta no es la intención de la cirugía plástica".

Sanmiguel y Merino instan a quienes quieren operarse a recurrir a un profesional certificado por el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva.

El certificado del médico debe estar en la pared de su consultorio, añaden, y antes de cualquier intervención debe haber exámenes clínicos, empezando por una valoración cardiovascular para las personas mayores de 35 años.

Terapia y prudencia

Las cirugías y retoques estéticos son alarmantes cuando los pacientes sienten la necesidad excesiva de hacerse cambios corporales para mejorar su calidad de vida, afirma Dante Tolosa, catedrático de Psicología en la UDEM.

"Es una gran señal de alarma cuando esa necesidad influye tan determinantemente en tu calidad de vida que te hace estar enfrascado y encarcelado en modificar esa parte de tu cuerpo para poder hacer la vida que quieres".

Esta insatisfacción corporal sucede en personas que padecen trastornos alimentarios y del espectro obsesivo compulsivo.

"Las cirugías estéticas son parte de las conductas compensatorias de la insatisfacción corporal, que es cuando una persona realiza acciones para reducir el malestar que le apremia mentalmente", explica Tolosa.

Esta patología empieza a cobrar mayor preponderancia una vez que estos procedimientos nunca son suficientes.

"Las personas que se operan y tienen este problema nunca les parecerá suficiente", asegura. "Les puede costar la vida".

El académico considera que los procedimientos estéticos son una respuesta a los ideales de belleza física.

"Un malestar de las emociones no se resuelve con cambios corporales sino conectando con eso que está doliendo y hacer algo diferente con ello".

Tolosa recomienda visitar un terapeuta si se detectan estas conductas obsesivas y de riesgo. Es imprescindible una red de apoyo de seres queridos.

Lo importante en los retoques, afirman especialistas, es hacerlos de tal manera que te veas bien sin hacerte grandes cambios que modifiquen tu belleza natural y menos cambiarte por completo el rostro o el cuerpo.

Ana, por ejemplo, es una mujer de 55 años que se ha realizado blefaroplastia, lipectomia -para retirar el exceso de grasa y piel en el abdomen- y aumento de busto.

Apenas hace una semana acudió con su esteticista para que le aplicara bótox.

"No pretendo verme más joven, quiero verme de mi edad", afirma. "Quiero que me digan: 'Te ves bien'. Es lo único".

"Pero luego hay mujeres que pierden la pisada en esa búsqueda y empiezan a exagerar con los tratamientos".

Así que Ana, prudente, ha decidido detenerse con las cirugías estéticas y 'hacer las paces' consigo misma. Ya está en la menopausia y no quiere arriesgar su salud.

"¿Cuál es el afán de hacerlo (los retoques y operaciones)? Verte mejor y que no te pesen los años. Esa es la verdad".

 

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